Al juez Juan María Ramos Padilla le pusieron una pistola en la cara. No fue en un asalto ni el que empuñaba el arma era un desconocido. A Ramos Padilla lo amenazó con meterle un balazo nada menos que Miguel Etchecolatz, uno de los represores más conocidos de la época de la dictadura, condenado por delitos de Lesa Humanidad. El hecho no se dio durante los años de la época más oscura del país, sino mucho más aquí en el tiempo. Fue en 2001 cuando Ramos Padilla era juez de San Isidro y encabezó un allanamiento para trabar embargo contra el asesino. En ese momento a Ramos Padilla lo salvó su hijo Alejo, hoy juez federal, quien se tiró encima del agresor y tras una instantes logró que bajara el arma.
Ramos Padilla es el hombre que desde el 5 de febrero está al frente del Tribunal unipersonal que juzga a José Alperovich por los delitos de abuso y violencia sexual. El hombre de 72 años recalca que es miembro del Poder Judicial desde 1971. Nadie puede decir que no tiene experiencia. Empezó como empleado de más bajo rango detrás del mostrador de un juzgado y fue ascendiendo. Se recibió de abogado en dos años y medio. Fue juez Federal de Morón, y hoy es el titular del Tribunal Oral Criminal n° 29 con sede en Capital Federal. No tiene filtros. En agosto de 2022 disparó: “el Poder Judicial es una runfla de mafiosos”. En marzo de ese mismo año los diputados que respondían a Lilita Carrió lo denunciaron por alzarse contra las leyes y la Constitución y pidieron el juicio político de Ramos Padilla por “organizar marchas contra la Corte, no respetar fallos judiciales e insultar a sus colegas, entre otras acciones”. Es un declarado defensor de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y exigió públicamente al presidente Alberto Fernández que dicte un indulto para ella ante la condena en la Causa Vialidad. El año pasado recibió un ofrecimiento del partido Unidad Popular, del economista y ex funcionario Claudio Lozano, para ser precandidato a jefe de Gobierno porteño y competir en las PASO del Frente de Todos, pero aunque había aceptado finalmente no participó. Hace pocos días declaró por un sumario abierto por el Consejo de la Magistratura justamente por sus virulentas críticas contra la Corte Suprema.
Ramos Padilla se reserva para sí las preguntas finales a cada uno de los testigos, aunque no tiene problemas en volver a cederles la palabra a algunas de las partes si así lo requieren una vez que él termina de interrogar. Además de despejar sus propias dudas con respecto a ciertas partes de los testimonios que escucha se muestra muy interesado en saber cómo era nuestra provincia cuando se realizó la campaña política de 2019, cómo es la conformación de poder y sobre todo cómo lo ejercía Alperovich. Durante una de las audiencias tuvo un enfrentamiento con la ex senadora Beatriz Mirkin, quien recriminó que durante su interrogatorio se había escuchado una broma y algunas risas. “Este es un caso muy serio, y así lo tomamos todos, senadora. Todas las partes son muy responsables, pero tratamos de distender un poco o todo sería muy difícil. Eso no significa que le faltamos el respecto”, le dijo seriamente.
El juez será el hombre que finalmente decida el futuro de Alperovich. Luego de escuchar todos los testimonios y los alegatos de la fiscalía, de la querella y de la defensa deberá decidir si el ex gobernador es culpable o inocente de los cargos que se le imputan. Tiene en sus manos una decisión que será histórica por la relevancia del principal protagonista del caso.